El sábado por la noche estuve en una fiesta de cumpleanos donde, como se costumbre en el ambiente en que me muevo, hubo conversaciones y diálogos interesantes.
Una amiga viene de una familia que procede tanto del Báltico (uno de sus progenitores), como de Prusia Oriental. Ella nos explicó que la generación expulsada de esos países idealizó aquellas regiones.
Con ello, quitó a sus hijos (y eventualmente, a sus nietos) una parte de su niñez... ya que a los niños nunca se los dejó sentir el lugar donde crecieron como su patria (Heimat).
Contó que, en alguna oportunidad, luego de la caída de los muros, sus papás viajaron por esas regiones, a la recordada patria y la impresión fue muy negativa.
Yo agregué que este enorme trauma de tantas consecuencias puede haberse debido en parte, al hecho de que ellos fueron expulsados con inmensa violencia de su patria, de sus casas... y que no podían volver.
Recuerdo lo que me decía una sra. peruana que se había casado con uno de esos hombres (ambos ya son muy mayores): yo puedo volver a mi patria cuando quiera; pero mi marido, no puede regresar a Prusia Oriental.
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