Estuve pensando en lo que señala Albert en el foro de La unidad de los cristianos, desde el punto de vista de un pastor protestante, "Las diferencias teológicas entre las dos religiones son muy profundas. No sé cómo se podría llevar a cabo esa unificación... ¿Negociando...? ¿Yo renuncio a la Inmaculada Concepción y tú a la salvación por la fe?...".
Un intento de respuesta podría ser el siguiente, tomado del capítulo "DISTINGUIR ENTRE LO ESENCIAL Y LO ACCIDENTAL", del libro de Jutta Burggraf, "Conocerse y comprenderse una introduccion al ecumenismo" (ISBN: 9788432134562). Lo copio a continuación:
Hay un relieve orgánico de las verdades que pertenecen al conjunto de nuestras creencias. Muchas de ellas han sido formalmente reveladas (“Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo”), otras han sido promulgadas por la Iglesia (“María fue concebida sin pecado original”), y otras –que pueden ser más o menos ciertas- pertenecen a la especulación teológica (como, por ejemplo las concreciones sobre el purgatorio). Si tomamos en cuenta este hecho, es evidente que no todas las afirmaciones pueden ser colocadas en un mismo plano, como si cada una entrañase la misma relación con Cristo. No se trata tampoco de rechazar en bloque todas las verdades que no sean directamente reveladas, sino de examinar a cada una con detenimiento y ver su (posible) unión con el fundamento de nuestra fe (1). “Una discusión seria entre cristianos separados que quieren ser fieles al Señor, implica, en primer lugar, que se sepa exactamente lo que el Señor pide y hasta donde se extiende su testimonio divino,” advierte un experto (2).
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(1) En el caso de los dogmas, se habla de una integración de cada uno en el conjunto de todos los demás. Los dogmas no son comprensibles sino a partir de sus nexos intrínsecos (nexus mysteriorum) y de la “jerarquía de verdades”. Cfr. UR 11.
(2) G. THILS, El decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, cit., p.157.
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