domingo, 2 de octubre de 2011

Babyn Jar o Babi Yar


La foto, de 3 de febrero de 2008, representa el Monument to the murdered children in Babi Yar. La agradecemos a Roland Geider (Ogre) y a Wikimedia Representa a los ninos muertos en el desfiladero de la ciudad de Kiev, en 1941.

Esta manana, escribí un artículo sobre esta masacre, los invito a leerlo: A 70 años de Babyn Jar o Babi Yar

Tal vez les llama la atención -no sin razón- porque esta foto es bastante contrastante con las fotos anteriores, en que vemos a jóvenes felices y confiados. A jóvenes que han nacido y crecido en estados libres y en regímenes pluralistas y democráticos, en medio de un mundo globalizado y en que las fronteras nacionales y étnicas -gracias a Dios- ya no importan.

Pero esto no siempre ha sido así. Si seguimos la línea argumentativa de Steven Pinker, más bien, casi nunca ha sido así (leer La violencia, vencida y ¿Por qué ha disminuido la violencia?). Ni tampoco, es así en todas partes, hay ninos y jóvenes que sufren (el caso de los abusos sexuales, por ej., es uno que está muy cerca de nosotros, en nuestras sociedades de la abundancia). Hay que abrir los ojos, para ver el sufrimiento de los demás. Tener esa antena. Y ayudar. Esto es lo que hace un joven cristiano, no mira para otro lado, sino que mira directo al problema, sin negarlo y trata de darle una solución.

La matanza en que murieron miles de ninos, mujeres y ancianos en Kiev, ocurrió recién hace 70 anos, no hace siete siglos y no fue protagonida por salvajes, sino por una potencia altamente civilizada y cultural, como la alemana.

Además, de muy cristiana... sí, los asesinos provenían de una cultura impregnada por el cristianismo en sus dos vertientes, la católica y la evangélica. Si bien es cierto, la ideología nacional socialista no puede ser más alejada de la ensenanza del Evangelio, sus más grandes próceres -y también los más pequenos- se formaron en ambientes y en países cristianos, en Alemania y en Austria.

Yo me pregunto qué habría pasado si les hubieran dado otra educación. Una educación en que el cristianismo no fuese algo formal, externo, yuxtapuesto, sino una ensenanza vital, que nos lleve a defender, siempre y en todo lugar, la dignidad de todo ser humano, como por ser un hijo, una hija de Dios.

Creo que esto es fundamental y tendríamos que inculcarlo más a las futuras generaciones. Como dijo en Papa en el Bundestag la semana pasada: el estado sin derecho es como una banda de ladrones (cita de San Agustín) y sin el derecho, se puede negar a algunos hombres, la calidad humana. Que es exactamente lo que hizo la banda demoniaca de los nacional socialistas.

Es fundamental, esencial al cristianismo, defender la dignidad y los derechos de todos los seres humanos. No sólo de algunos. Esto es algo que los hombres-demonios del nacional socialismo, parece que no escucharon de sus educadores cristianos. Nosotros tenemos que gritarlo al mundo, a tiempo y a destiempo. Los invito a hacerlo.

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