Esta historia la contaré desde el punto de vista de mi acompanante.
El sábado en auto por Godesberg. Marta que es una loca y siempre está haciendo bromas y riéndose de todo -y también de sí misma- iba a mi lado, yo manejaba. De pronto, ella ve a un hombre robusto y muy musculoso, en una bicicleta por la calle. Un típico turco.
Y nos dice: "Pero si es el Ali".
"Ali" se les llama en Alemania a los turcos, ya que parece que muchos de ellos efectivamente se llaman Ali.
Repetía: "Es Ali, es Ali", riéndose. Bajó su ventana, iba adelante en el asiento del copiloto, esto es, en una posición ventajosa.
Nosotros, sus acompanantes queríamos que nos tragara la tierra y nos moríamos de vergüenza porque veíamos venir lo que terminó por hacer. Uno de los amigos trató de sujetarla (incluso pensó en taparle la boca), porque temía que le dijera algo al turco.
No lo pudimoe impdir, lo hizo, muerta de la risa. Justo en el momento que el turco pasó al lado nuestro en su rauda bicicleta, le gritó:
"Hola Ali!"
Para sopresa nuestra, el turco la queda mirando y le contesta: "Hola Marta!". Todo en alemán, claro.
Hasta el día de hoy, es para nosotros un misterio cómo y por qué el turco Ali conoce el nombre de la autora de este blog.
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