sábado, 26 de diciembre de 2009

Los huevos de Wojciek


Queridos amigos: hoy celebramos en Alemania el llamado 2° día de navidad (en que, tradicionalmente se sigue visitando a la familia) y está todo cerrado herméticamente, lo que siempre exige una planificación logística previa muy grande y lleva a muchos extranjeros a quedarse sin alimentos u otros productos de primera nacesidad en un día como hoy, ya que no tienen donde comprarlos...

Pero hoy, no quería hablarles de esto, sino, a propósito del chiste que les conté en Juan Pablo II y el entonces cardenal Ratzinger en Berlín, narrarles la historia de Wojciek y los huevos de mi amiga. No, no es ninguna historia obscena. Y, además, es real.

Como les he contado alguna vez, durante el verano, Alemania se llena de trabajadores estacionales (de la estación) polacos que vienen a hacer los trabajos agrícolas (y también, de otro tipo) que los alemanes no pueden/ no quieren/ no están en condiciones de realizar.

Una familia amiga mía campesina tiene varias decenas de estos trabajadores todos los veranos. Son muy amables y nunca -que yo sepa- han robado nada dentro de la casa de mi amiga. Ya que saben perfectamente las consecuencias que ello tendría.

Hoy les contaré la historia de Wojciek *, uno de sus trabajadores.

Mi amiga visita la casa de conocidos y clientes de ella en un pueblo cercano -al que, sin embargo, no va mucho- y la gente le agradece los ricos huevos que les vendió durante el verano.

Ella, sorprendida, les pregunta de qué huevos se trata, porque ella no recuerda haber vendido huevos en ese pueblo. Es más, no recuerda haber vendido ninguna casa de huevos, salvo que en el local de su pueblo y en otros locales que ella mantiene en los alrededores.

Ellos les explican que se trata de los ricos huevitos que ella les mandó con Wojciek y a muy buen precio.

"¿Cómo? -pregunta ella- ¡yo nunca mandé a Wojciek a vender huevos!"

Ellos: "Wojciek llegaba todas las tardes y nos vendía, huevos en tu nombre".

Mi amiga: "¿Wojciek hacía eso?... ¡Y se veía tan inocente! Ahora ya entiendo por qué faltaron tantas cajas de huevo durante el verano y ¡por qué el mismo Wojciek se quejaba de que se habían quebrado tantos huevos! Él las tomaba y se venía al pueblo a venderlas, ¡en mi nombre!"

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* cambié el nombre para proteger a los inocentes.


3 comentarios:

Carlos Salazar S. dijo...

Bueno, y los vendía más caros o más baratos que ella? por que Wojciek podría irse con comisión y aumentar las ventasde la señora y sus utilidades.

Marta Salazar dijo...

qué crees tú Carlos? cuando hay "energía criminal" no se piensa mucho en comisiones... Saludos!

Anónimo dijo...

las mas lindas historias, ingenuas picaras, tiernas.., estan rodeadas del verde..., hasta la corrupcion es sana jajaja.., linda anecdota