domingo, 1 de noviembre de 2009

Los niños del pueblo


Hace algunos años, mi vecina, que se había quedado viuda y amaba sus flores y su jardín... con lo que pasaba su pena... se vió confrontada con un problema muy grande, que le hizo sufrir mucho...

Ella, amorosamente, había plantado flores frente a su casa (vivíamos en un burgo), eran flores caras y bonitas, que exigían mucho cuidado y dedicación.

Una mañana, las flores aparecieron rotas. Todos los tallos quebrados. Ella estaba muy mal. Las flores significaban mucho para ella.

Tenía que haber sido alguien del burgo donde vivíamos muy pocas personas...

Averigüé y me dijeron que los niños que habían estado, ese día, cerca de las flores, habían sido los de la familia X del burgo; sobre todo la chiquita (que estaba en los primeros años de colegio y que, según yo, tenía montones de problemas psíquicos; pero claro, quién soy yo para decirle a su mamá, su papá vivía en Italia..., que la chica estaba -según yo- medio loca, al igual que el resto de sus hermanos... Sí, eran de esas familias en que lo único que importa son las notas, pero la educación del corazón... eso, no importa nada).

En realidad, yo también la había visto jugando por donde estaban las flores, pero no le había dado importancia.

Ese día, o sea, la mañana en que apareció quebrado el tallo de las flores, vi a la mamá (con la cual yo no tenía contacto), hice detener su raudo vehículo (porque era de estas personas que no salía ni a la esquina a pie), y le pregunté (firme y escuetamente):

¿Sabe Ud. quién rompió las flores de la vecina?

Ella: No sé, pero debe haber sido alguien del pueblo.

Hay que aclarar que esta familia, que no era nada de aristocrática, pero se las daba de tal, no quería ningún contacto entre sus hijos y los chicos que vivían en el pueblo, por razones de clase...

Yo: ¿Alguien del pueblo?

Ella: Sí, mis niños me dijeron que entraron al burgo unos niños del pueblo. Que saltaron el muro. Ellos tienen que haber sido.

Me quedé... helada, triste, sin palabras... Siempre culpando a los demás, a los de afuera, a los que no soy yo... a los del pueblo, a los que saltan la muralla para entrar... Nunca es nadie de adentro, nunca son los míos, nunca soy yo... el mal viene siempre de fuera.

Mi vecina de las flores me agradeció que le hubiera preguntado a la bruja esta por sus flores... Yo le dije que tendría que hablar con ella. A esas horas del día, ya era voy populi lo de la niñita: ya todos sabían que había sido ella. Mi vecina me dijo que no lo haría, que sacaría las plantas... las de las flores... todas. Yo le dije que no podía ser siempre una avestruz que metiera la cabeza debajo de la tierra. Pero no habló con ella...


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