Hace algunos años, los chicos de una amiga entraron al Kindergarten del pueblo (el católico que, hasta ese entonces, era el único en ese pueblito del Eifel). Ellos vivían muy dentro de su familia (nuclear y extendida) y sus hijos poco contacto tenían con el mundo exterior.
Mi amiga comenzó a quejarse amargamente de las malas palabras y malas costumbres que sus hijos aprendían en el jardín infantil y cómo era posible que las otras mamás educaran tan mal a sus hijos que ahora corrompían incluso a los suyos con sus palabrotas.
Otra amiga me comentó: "claro, son siempre los de afuera, los demás los malos; en cambio, la familia, la propia familia es siempre buena y perfecta. 'Qué pena que no todos sean como yo...' Olvida ella que el mal viene de adentro del propio hombre (como dice el Evangelio, esta segunda amiga estudió teología) y no de afuera..."
Es lo que decía en el post Los niños del pueblo Los protagosnistas de las dos historias son completamente diferentes; pero esto de culpar siempre y de todo a los demás, a los otros, a los de afuera, parece que está bastante extendido...
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