viernes, 6 de noviembre de 2009

El chico en la librería


Ayer estaba en una librería, buscando un libro sobre el Business Contact Manager... No, no había ninguno; sí lo trataban como parte del Outlook, pero los capítulos correspondientes... no contenían información relevante sobre cómo se usa (que es lo que a mí -y a muchos- nos interesa).

En eso, llegó un chico que hablaba por celular... A medida que se iba acercando a mí... se le adelantaba su olor. Por favor, es que no saben que hay ducha, cepillo de dientes, detergente para la ropa (aunque no se veía sucia) y desodorante... Y que además, no es ajo con lo único que se puede aliñar la comida.

Hablaba no demasiado alto (=> educado) y en un idioma que sonaba en mis oídos como taca taka taca taka... Se acercaba a mí... al lugar donde yo estaba, porque parece que le interesaban los libros de computación y yo... me iba alejando (por el olor, claro).

En un momento, me di cuente que hablaba castellano (!). Sí, el idioma de Cervantes. Su acento era americano, de algún país que no es ninguno del ABC *, ni Uruguay. Se veía bien simpático, andaba bien vestido; pero el olor... In-so-por-ta-ble, realmente in-so-por-ta-ble.

No pude dejar de escuchar -y de entender- lo que decía... Es que estaba muy cerca mío. Decepcionante el vocabulario empleado. Tu vocabulario dice mucho de tu cultura o de tu incultura. P... y m... Y de una forma no divertida, sino más bien hiriente, no con personas, sino en general. Le habría dicho algo, pero quién soy yo para corregir al hijo de vecino, sobre todo si no lo conozco. No soy alemana para llevarme corrigiendo a todo el mundo ;)

Hablar el mismo idioma puede ser una ventaja o puede no serlo. Me dió pena, más que por el (mal) olor, por el lenguaje, que refleja algo mucho más profundo y, en este caso, menos satisfactorio.

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* ABC se denominó, a partir de la segunda mitad del s. 19, a Argentina, Brasil y Chile. Las razones las dejo a vuestra imaginación.


2 comentarios:

Carlos F. dijo...

Debo decir que la mayoria de los casos, en mi opinión, lo que comemos condiciona como olemos. No me refiero a oler mal por falta de aseo. Como dices, una presencia abundante de ajo y cebolla en tu dieta y creéme que no habrá desodorante, jabón y fragancia que elimine eso. Yo empecé a prestarle atención a mi dieta cuando tuve que comenzar a lavarme mi propia ropa y pude ver in situ que no había detergente para ropa ni jabón o fragancia de enjuague para eliminar el rastro de la cebolla y el ajo metabolizado por mi cuerpo. Desde esos días mi dieta es muy insípida y sencilla pero mi ropa huele a flores. Modestia aparte, tengo una teoría que dice que inclusive en las personas que fuman, el olor al cigarrillo impregna todo. Ni siquiera aquellos que suelen fumar con un chicle de menta pueden disimularlo. ¿Qué opinas?
Saludos y espero tu respuesta.

Marta Salazar dijo...

hola hola!

te encuentro la razón!

eso sí que... todo se puede aminorar con algunas tácnicas como el ventilar seguido y lavar la ropa también con frecuencia :)

Un abrazo fuerte!