viernes, 2 de enero de 2009

El músico mendigo y el coffee to go


Hace unos días... uno de estos en que hace muuuucho frío, pasaba por el paso bajo nivel que comunica el llamado Villenviertel (la zona de las casas bonitas, que aquí se llaman villas... a diferencia de lo que ocurre en Argentina) y la zona comercial de la ciudad. Más bien, volvía desde la zona comercial al Villenviertel (donde está mi oficina), con un coffee to go en la mano.

Desde hace un tiempo, en este paso bajo nivel, toca el acordeón un mendigo joven (digo mendigo y no músico ambulante), de ojos muy lindos... Podría venir de cualquier país del sur de Europa, "de Algeciras a Estambul", como dice la canción.

Al verme, trató de hablarme, pero parece que no sabe alemán; en todo caso, le entendí perfectamente: quería que le regalara mi coffee to go. La verdad es que se lo habría regalado, pero encuentro indigno que alguien (por mucho que sea músico mendigo) tome de mi vaso.

No lo miré más y seguí caminando, en realidad, me molestó esa actitud de arrastrarse hacia mí (está sentado en el suelo, que debe ser muy frío) y querer "quitarme" mi café.

Seguí mi camino, pero en vez de ir directamente a la oficina, pasé al local del iraní (no donde trabaja el iraní, bueno, del que es dueño ese iraní, porque ya se sabe que "los iraníes no pueden tener jefes" ;) No, es el otro iraní del que les hablé hace unos días, en El "chico español").

Y entré a comprar un café Meinl austriaco, grande, rico, con leche y azúcar. Me devolví sobre mis pasos y se lo fui a entregar al músico mendigo. Desde ese día, somos amigos.


2 comentarios:

Verónica dijo...

Me ha encantado leer esto. Como cambia tu sentimiento de incomodidad por lo ocurrido, y lo conviertes en generosidad...Un fuerte abrazo

Marta Salazar dijo...

Gracias Verónica!

la verdad es que realmente es chocante al comienzo, pero después ya... ya me calmé, un poco tonta, ya lo sé, ja ja

Me dan bastante pena los mendigos; pero desde hace tiempo, que tengo por regla no darles dinero... claro que esta vez... esta vez sólo quería mi café!

después te cuento del segundo encuentro con el chico de los ojos tan bonitos,

un abrazo fuerte!