sábado, 10 de noviembre de 2007

La Grossmama y la tierra de mi patria - Una historia de la otra mitad de Alemania


Queridos amigos, como ayer celebramos la caída del muro de Berlín, hoy publicaré dos historias de la DDR ó RDA, que publiqué ya en mi blog anterior, la primera es esta:

La Grossmama y la tierra de mi patria - Una historia de la RDA o DDR


Un querido y gran amigo (el primero que tuve al llegar a Alemania, éramos compañeros de universidad) nos contó una historia de su Großmama (con acento en la última "a").

Su Großmama es triplemente viuda y es una persona alegre pero muy segura de sí misma y que sabe lo que tiene que hacer y lo hace.

Nació hace muchísimos años en un castillo de Brandenburgo, esto es, pertenece a la llamada märkische Ritterschaft. O nobleza de esa región.

Durante la época del socialismo real, como buena y piadosa señora evangélica (que es como llamamos aquí a los protestantes. Es un nombre más significativo, respetuoso y que dice más que protestante. ¿O no?) ...

La Großmama viajaba casi todos los fines de semana a la "zona de ocupación soviética", que es como mucha gente continuó llamando a la RDA, hasta la caída del muro.

Iba a ayudar a los párrocos evangélicos en sus labores de cura de almas. Y también materialmente, porque vivían en una relativa pobreza, sobre todo considerando que eran de los pocos que -en la DDR- tenían muchos hijos.

Las autoridades comunistas la dejaban pasar, tenía como una especie de permiso especial, iba en tren. Eran viajes muy sacrificados, pero ella demostraba su amor a Dios ayudando a cristianos en condiciones adversas.

Una vez, aprovechando uno de estos viajes, decidió ir a su castillo a desenterrar la plata y las joyas que su familia había dejado enterradas al huir del castillo. Con la ayuda de la población del lugar, que parece que tenía un muy buen recuerdo de la familia de la Großmama, logró desenterrar el tesoro.

El día domingo debía regresar a Berlín Occidental, pues las autoridades no le daban más tiempo. En el tren había muchos controles y le tocó uno de ellos.

Los policías de los trenes (eran terribles, según cuentan) le preguntaron:

"¿Qué lleva en ese saco?", que parece que era bastante grande.

Ella le contestó:

"Aquí llevo algo que Ud. no podrá entender. Tierra de mi patria (Erde aus meiner Heimat)".

Abrió el saco y les mostró la superficie del contenido que era tierra, porque la plata y joyas estaban más abajo.

Metieron la mano sólo unos centímetros, donde había sólo tierra, lógico.

Y la dejaron pasar con la tierra de su patria...

Mañana la otra historia, de su nieto.


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