viernes, 11 de noviembre de 2016

La carta...


Sacó de su bolso (de cartera no se puede hablar, una cartera es de menor tamaño) varios papeles tamaño grande (oficio, diríamos en América). Miró a la gente que estaba a su alrededor que la observaba a ella, esperando qué diría y “colgaba de su boca”, como se dice en alemán.

Ella miró a su alrededor con voz complacida de sí misma y luego de uno segundos en que su mirada pasó por todas nosotras, dijo algo así como: esta es una carta que ustedes pueden firmar, pidiendo que no se apruebe la ley de la doble nacionalidad. La entonces planeada ley que permitirá a extranjeros ser alemanes y ser nacionales de otro país, al mismo tiempo.

Escuché voces que murmuraban en tono de desaprobación sobre esta ley que la directora de una de las obras, que había llegado de Colonia y que quería que firmáramos en su contra… En contra de la ley.

La ley fue acompañada de una campaña del sector conservador de la democracia cristiana alemana, titulada “Niños en vez de indios”. En alemán rima: “Kinder statt Inder”. Ya que el gobierno había planteado la necesidad de traer -con un sistema de green card- a Alemania especialistas en computación que faltaban en Alemania. Y un sector -el tradicional- de la DC alemana pedía más niños en vez de más expertos de la India.

Merkel y un pequeño grupo de la democracia cristiana, ya había comenzado a modernizar el partido y se enfrentaban a la resistencia de hombres mayores, conservadores y muy anti-indios. Estos hombres mayores eran los que dirigían el grupo que, sin embargo, estaba igualmente integrado por mujeres conservadoras que -ya entonces- no soportaban a Merkel.

Ellas me contaron que Merkel no era cristiana. O al menos, no era lo suficientemente cristiana. De partida, no era católica. sino protestante del Este, sospechosa de ser socialista. O de seguir siendo socialista de verdad, como en la DDR. Una de las señoras que participaba en mi convivencia, me contó que ella le había escrito una carta a Merkel, diciéndole que la “C” de cristianismo, debería ser más grande en el partido que, por algo se llamana democracia cristiana.

Muchas de las señoras firmaron la carta. A mí me pareció que no era apropiado -que no respetaba la libertad- que una persona que ejerce una gran influencia sobre las señoras del grupo -que están acostumbradas a obedecer órdenes- les diera a firmar esa carta. Porque, en realidad, con esto, las obligaba o, al menos, ellas firmaban bajo temor reverencial. O firmaban porque creían que era cristiano hacerlo.

Que era cristiano firmar en contra de los extranjeros… Una creencia que está lamentablemente, demasiado expandida. Como si levantar muros fuera propio del cristianismo. Yo siempre pensé que botarlos era lo cristiano… y no levantarlos.

Durante el almuerzo -en que me senté en su mesa- le dije a la persona que había venido de Colonia con la carta, que yo no estaba de acuerdo con ella. Y que sí estaba de acuerdo con la ley de la doble nacionalidad. Me preguntó si yo era alemana. Le respondí que no. Y que por eso, no tengo derechos políticos en Alemania.. que no puedo ni votar, ni ser elegida.

Ella me contestó: en tu caso, haría una excepción, ya que tú tienes tantos hijos alemanes, te dejaría, al menos votar.

Con Condorito, sólo puedo decir: PLOP!



No hay comentarios: