martes, 20 de noviembre de 2012

Extranjera en mi propio país


Hace muchos años, acompañé a un amigo alemán de visita en Chile a la iglesia del Redentor, iglesia luterana en Providencia, Santiago. Sí, yo siempre he sido super ecuménica.

El servicio religioso fue celebrado en alemán claro, por un joven (debe ser la excepción) pastor luterano y visitado por una serie de senoras y senores de la generación 60+, todos muy chileno-alemanes... Los alemanes de Alemania brillaban por su ausencia, lo que no me extrana, conociendo las bajas cifras de visitantes de servicios religiosos de la iglesia evangélica en Alemania...

Al salir, después de una hora y media (!!!) de compostura y de cantitos... el pastor nos despidió a todos en la puerta... lo que es una estupenda costumbre. Tampoco cuesta mucho, si la concurrencia es tan escuálida como aquella vez.

Al verme a mí, me dijo "Ah, Ud. es extranjera". Sí, senor pastor, para Ud. yo soy extranjera en mi propio país, si asisto a un servicio religioso de la Iglesia luterana... Fantástico.

Creo que fue una comprobación más de lo que dicen -incluso los mismos luteranos en Alemania- en el sentido de que el mayor mal de las iglesias luteranas o protestantes en general (no me refiero a los grupúsculos norteamericanos, sino a las iglesias tradicionales que nacieron directamente de la Reforma) es precisamente que son iglesias nacionales.

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