Andaba con muchas cosas en las manos, cuando pasé a una de las dos grandes librerías de la ciudad a comprar una pequenez para la oficina. Al pagarla, dejé una importante carpeta llena de documentos (incluyendo algunos documentos bancarios) olvidada en algún lugar de la librería, probablamente cerca de la caja.
Cuando me di cuenta, horas después, regresé a la librería, donde los empleados no sabían nada de la carpeta. Hablé con una de las empleadas, con un fuerte acento eslavo (y la pinta correspondiente), que estaba en la caja... Le di mi tarjeta y le pedí que, si encontraba la carpeta me enviara un mail o me llamara.
Al día siguiente, recibí una llamada en mi celular: la empleada eslava me decía que había encontrado mi carpeta y que la podía pasar a buscar. Acudí inmediatamente. Le di las gracias y le pedí su nombre para enviar un mail a la empresa comercial, alabando su amabilidad y honestidad (que ojalá tuviera mucha gente más). Para esto le pedí su nombre: un nombre totalmente eslavo del norte, ni siquiera germanizado, sino transcrito directamente del cirílico;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario