Ella no usó estas palabras, pero me imagino que, se habían convertido, en poco menos que intocables.
Hoy en la manana, leía un capítulo del libro de Georges Chevrot, "El hijo pródigo", que me dejó pensando:
Sería inexacto afirmar que todos los actos de un pecador son malos. Numerosos pecadores observan una conducta externa que no da motivo alguno a la crítica. Hay pecadores que hacen el bien. Sus obras no todas son malas, pero son obras disipadas, perdidas para el Cielo, pues el mérito sobrenatural es inherente al estado de gracia. Esa sustancia, esa fortuna que disipa el cristiano pecador es su parte en la herencia celestial.
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