martes, 6 de septiembre de 2011

Las buenas obras de los hombres malos

En una reunión a la que me invitaron, por el tema de los abusos sexuales de alumnos por parte de jesuitas en sus colegios, recuerdo las palabras de la abogado Raue, en el sentido de que los abusadores -a la cabeza de sus respectivos colegios- habían sido personas con un alto status, ya que estos hombres habían hecho mucho por los colegios, los habían sacado adelante, levantado, se habían ganado un prestigio en este sentido.

Ella no usó estas palabras, pero me imagino que, se habían convertido, en poco menos que intocables.

Hoy en la manana, leía un capítulo del libro de Georges Chevrot, "El hijo pródigo", que me dejó pensando:

Sería inexacto afirmar que todos los actos de un pecador son malos. Numerosos pecadores observan una conducta externa que no da motivo alguno a la crítica. Hay pecadores que hacen el bien. Sus obras no todas son malas, pero son obras disipadas, perdidas para el Cielo, pues el mérito sobrenatural es inherente al estado de gracia. Esa sustancia, esa fortuna que disipa el cristiano pecador es su parte en la herencia celestial.

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