Estábamos conversando, solas con una amiga espanola (a la que no veo hace tiempo) y ella (yo sabía que ella se sentía muy mal en Alemania), me dice:
"Cómo voy a estar a gusto, si ni siquiera los alemanes están a gusto en Alemania y también quieren irse".
La verdad es que -en su observación- no le falta razón.
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