domingo, 7 de marzo de 2010

No denunciar los abusos es una omisión gravísima

Queridos amigos: después de una temporada sin escribir en este blog (pese a que ideas no me han faltado) lo retomo. Para bien o para mal (todo es para bien) con un tema escabroso, pero que, no por ello podemos dejar de tratar: el de los abusos sexuales. Vean, por favor, este post en otro de mis blogs: Tolerancia cero frente al acoso sexual y a los abusos sexuales

Hace no muchos años, una amiga alemana me contó su terrible experiencia (acoso sexual) con un sacerdote católico (más que un simple sacerdote, un obispo) alemán, en un país pequeño del Norte de Sudamérica. Una persona que, en Alemania, es considerado poco menos que un santo; porque lleva ayuda a ese país, ayuda material; pero... quita a la gente de ese país su dignidad, abusando abominablemente de ellos en materia sexual.

Después que mi amiga me lo contó, le insistí en que tendría que denunciar lo que había visto. Yo sabía que ella no acudiría a las autoridades estatales alemanas (tampoco sé si ellos habrían hecho algo, dudas tengo...), de manera que le propuse acudir a las eclesiásticas: dentro de Alemania o directamente en Roma. Para esto último, le ofrecí hacerlo a través de amigos míos que estaban, en ese momento, en directo contacto o, con el entonces Cardenal Ratzinger (la vía alemana) o con el cardenal Medina (la vía chilena).

No pude convencer a mi amiga de denunciarlo. Le hice ver que este hombre seguiría abusando de personas indefensas y que hacía un daño muy grande -ingente- a la Iglesia. Pero no hubo caso, ella lo consultó con su marido (oh! no pueden las mujeres pensar por sí solas) y él le dijo que no lo hiciera, que se olvidara de lo que había visto y vivido... Total, "el cura este ahora no va a viajar tanto, porque se retira de su alto cargo (edad) y se quedará en Alemania".

Yo no pude hacer nada más; pero creo que es un grandísimo error -un pecado grave de omisión- no denunciar este tipo de hechos delictivos y abominables y que no tienen nada que ver, es más, contradicen abiertamente, por no decir, pisotean las enseñanzas de la Iglesia católica.

5 comentarios:

Fabian dijo...

Como sacerdote doy tres opiniones al respecto de este tema.
Primero, quien tiene pruebas de algo debe denunciar. En estas cosas delicadas, si no tenemos pruebas no podemos hacer una denuncia. Pero si las tenemos, entonces nuestra conciencia debería estar muy inquieta si no actuamos en consecuencia. Cuando se denuncia con pruebas A ESE sacerdote (y no A LOS sacerdotes) el resto de aquellos que compartimos el Orden Sagrado estamos muy agradecidos. Nosotros somos los primeros dañados (en nuestra fama y en nuestras tareas pastorales) por estos hechos aberrantes.
Lo segundo, evitar de crear psicosis sobre gestos y actitudes comunes y corrientes del sacerdote. Vos, como sudamericana, sabés que para nosotros el beso en la mejilla y el abrazo son formas normales de expresarnos afecto, más allá de toda connotación sexual (más aún entre los argentinos). Con este tema de los abusos y acosos uno, como sacerdote, no sabe ya como actuar. Un ejemplo: en mi comunidad hay dos escuelas primarias y dos secundarias que pertenecen a la parroquia. Cuando visito, sobre todo a las escuelas primarias, los niños suelen venir a besarme y abrazarme: ¿que hago? ¿los trato secamente y quedo como un ogro frente a ellos o les devuelvo el afecto y corro el riesgo de ser denunciado por acoso o abuso? Esta es la consecuencia a la que se ha llegado. De mi parte trato de ser parco, lo que produce quejas en algunos pero salva mi fama.
Y, por último, cuando quieran compartir con un sacerdote lo que está pasando o ha pasado con otro sacerdote, NO LO HAGAN EN EL AMBITO DE LA CONFESION (me ha ocurrido). El que hace esto, "alivia su conciencia" (entre comillas porque solo la anestesia) y ata al sigilo sacramental al confesor (además que le angustia la vida saber de determinadas cosas y no poder hacer nada porque está atado al silencio). Si quieren comentarle a un sacerdote para ver que pueden hacer juntos, que sea en una charla común y corriente de manera que pueda tomar cartas en el asunto.

Marta Salazar dijo...

muchas gracias estimado Padre Fabián!

en este caso, lamentablemente estábamos claramente a algo que era mucho más que sólo acoso...

mi amiga es totalmente normal, tiene buena formación cristiana y lo que me contó, realmente era como para denunciarlo, sobre todo por las personas de ese país, de las cuales él se aprovechaba totalmente (a ella, él no le hizo nada, en comparación con lo que ella vió que hacía a las demás chicas).

Esto me lo contó ella mucho antes de que se comenzaran a conocer todos estos casos que, lamentablemente estamos viendo ahora... y ni ella, ni yo tenemos especialmente tendencia a la psicosis,

yo creo que la mejor solución habría sido hacer la denuncia en la misma Roma...

Un abrazo fuerte y gracias por el comentario!

Hilda dijo...

Interesante artículo, me hace reflexionar tu última frase: yo no pude hacer más. Que triste de verdad no poder hacer más porque quien debe hacer la denuncia no lo hace, que impotencia se siente y sí, es grandísimo error no denunciar este tipo de delitos.

Abrazos. Hilda

Marta Salazar dijo...

así es como me sentí y yo no podía hacerlo... Un abrazo querida amiga!

PS: muy bueno tu nuevo blog, tengo que incluirlo en el blogroll ;)

Hilda dijo...

gracias!!! abrazos!!! Hilda