De mi antiguo blog de historias... publicado originalmente en agosto del 2006.
Fue hace años, después de la Reunificación de Alemania. Ganamos nuevos vecinos: S., estudiante de antropología, procedente de Thüringen (ex-DDR ó RDA) y su conviviente y después marido, F.
Ella era una persona excelente. Él también; pero ella, aún más.
Tenía una beca de la Fundación del partido socialdemócrata para la promoción de los buenos estudiantes. Ergo, ella era de tendencia socialdemócrata y era una muy buena estudiante. Lógico.
Tenía una hija, fruto de una relación anterior.
Poseía dos caballos, además de otros animales, a los que yo alimentaba cuando ellos estaban de viaje. La conocí aún más saliendo a andar a caballo, una vez a la semana, los sábados por la tarde.
Ella había hecho unos viajes espectaculares. Era una antropóloga de corazón y había estado viviendo, junto a su hija, dos meses con un pueblo nómade turco en Asia, en Mongolia. Que se componía, en esos momentos, tan sólo de 40 personas y estaba a punto de desaparecer. Por esta razón, su estudio era todavía más importante, porque dentro de poco, el objeto de estudio, era posible que no existiera más.
Una noche, a petición mía, vimos las diapositivas de su viaje y de su investigación, IM-PRE-SIO-NAN-TES. Una razón más para admirar a esta mujer que había pasado dos meses deambulando por las montañas montada en un reno o caribú (un rangifer tarandus)... con su hija de, entonces, uno o dos años.
Pero antes de iniciar nuestro paseo diapositivístico por la cordillera (el paisaje, realmente espectacular), aterrizamos en Mongolia. En la capital, hay un monumento a la hermandad socialista, que ella fotografió.
Lamentablemente, no encuentro, en Wikimedia, ninguna foto del monumento, pero tampoco sé cómo se puede llamar en mongolés... Tal vez lo derribaron... Así que coloco uno de un monasterio llamado Zezerleg, su autor: galería He-ba-mue.
Nuestra vecina, I., una gran amiga, de tendencia socialdemócrata pacifista y gran admiradora de los países del socialismo real -claro, es que vivió en otra época, antes de la caída de la cortina de hierro, período durante el cual se contaba la leyenda rosada acerca de cómo vivían estos pueblos- acotó: qué pena que esa hermandad natural entre los pueblos a que conduce el socialismo, haya sido destruida por el capitalismo, etc., etc. Se imaginan el discurso.
S. (repito que venía de la DDR) le explicó con mucha paciencia que esa hermandad nunca existió, que fue algo que se trató de imponer desde arriba, tal como ese monumento que nos mostraba. Pero que los pueblos estaban, por otras razones, de carácter más bien histórico, enemistadas desde hacía siglos y que el socialismo real, el comunismo, no había podido cambiar nada de ello, durante todo el tiempo que la nomenklatura había estado en el poder.
Se lo dijo en un buen tono y sin la menor agresividad. I. lo entendió y se quedó callada. Los demás, también. Para ella -como para tanta gente- se había derrumbado todo un mundo de ideas a las que adhirieron durante muchos decenios. Y seguimos adelante con el dia-show.
1 comentario:
Marta, ¡ Cuánto enseñas siempre ! y con ese don de serenidad que, a la vez, transmites a quien te lee.
En España hemos estado muy lejos de ese comunismo separado por el capitalismo con esa cortina de hierro.
Desconozco si siguen existiendo personas que añoren el anterior sistema , pero me resulta difícil de creer, con todos los defectos que existen en el mundo occidental.
Por lo que respecta a S , debe ser una mujer extraordinaria, espero que recoja la buena cosecha sembrada.
Saludos y gracias por esta estupenda entrada.
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